viernes, 3 de octubre de 2008

Haruki Murakami Sauce ciego, mujer dormida


Haruki Murakami Sauce ciego, mujer dormida
Murakami es uno de los más brillantes escritores de Japón. Su estilo es completamente diferente a como se escribe en occidente. Es evidente que su mirada no es la misma. La suvidad de la prosa, lo entrañable de sus personajes, las resonancias musicales de sus obras, el raro equilibrio de la trama de sus relatos, en fin, su forma de explicar el mundo, le hace ser un escritor completamente diferente.
En Sauce ciego, mujer dormida, reúne 24 relatos escritos a lo largo de los último 20 años, la mayoría ya anteriormente publicados en revistas. Los 24 relatos, maravillosos, presentan una panorámica incompleta de la sociedad japonesa pero fascinante. Aunque la soledad recorre la colección completa, los temas son tan variados como pintorescos en ocasiones, rozando el surrealismo: amor, suicidio, obsesiones de la gente, etc.
A Murakami le gusta escribir historias de personajes, son vidas de personas normales y corrientes a los que les sucece algo misterioso. En eso se acerca al concepto de novela que tiene Dickens, del que dice en un relato que es su autor preferido. Algo que me parece maravilloso es la forma de acercarse a lo nimio, a los insustancial, a lo pequeño. Es realmente una mirada del mundo especial. La prosa fluye con un ritmo pausado, con pequeñas sorpresas e inesperados giros del argumento.
Las referencias a la cultura occidental son constantes, no sólo a los escritores, sino también a la música está presente en todo el conjunto: Malher, jazz, pop... Ya en Norgwegian wood era evidente, no en vano el título es una canción de los Beatles.
No sé cuál de los cuentos me ha gustado más, todos son excelentes, quizá “El hombre de hielo” o el último, “El mono de Shinagawea”, hilarante historia de un mono que roba nombres, sean los que me han gustado más. Pero no dejemos atrás “Hanaley Bay”, “Viajero por azar” o “La tía pobre”.
Lo prodigioso de Murakami es que en medio de un escenario absolutamente realista, introduce elemenos fantásticos o caracteres inesperados: un mono que habla, un marido que habla solo, un gato antropófago, una historia de suspense (“El espejo”), la calma del ojo del huracán... Podríamos citar más ejemplos.
Y no olvidemos esa capacidad para escribir transmitiendo los olores y los sabores, ya hemos hablado de la música. Una prosa llena de sensaciones, te toca y huele.
En fin, que Norwegian wood me gustó mucho, pero no era nada más que el principio de una gran amistad.
Ahora a por el siguiente.

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