martes, 4 de noviembre de 2008
Balzac y la joven costurera china Dai Sijé
Breve historia, muy intensa y devertida, en la que Dai Sijé nos muesta su maestría como narrador. Una sucesión de cuadros de la vida de los muchachos que son enviados a reeducarse por ser hijos de burgueses acusados de ir contra el régimen comunista de Mao.
Luo es un gran narrador que encandila al público con sus relatos de películas o de cuentos. El poder de la palabra de nuevo es el tema central del libro, la lucha por la libertad. Cuando los muchachos consiguen leer los libros de la maleta de Cuatrojos, su vida da un vuelco sorpendente. En ese momento pueden dar rienda suelta a sus ambiciones de leer y de saber. Igual pasa con el autor, parece un narrador que somete al lector a su relato, “un libro subyugante” dijo Vargas Llosa. La sencillez de la narración puede llegar a parecer simpleza, pero no lo creo. La historia de cómo la cultura se impone sobre la irracionalidad del régimen comunista parece de cuento, es una fábula contrarrevolucionaria. Lo lamentable es que el libro apenas se ha leído en China, donde más haría falta que se leyera. Además, considerando que la literatura no cambia las sociedades, no deja de ser un entretenimiento, aunque a nuestros adolescentes protagonistas les cambia la vida, pero no deja de ser anecdótico. Con todo eso, sí podemos pensar, viajar y vivir con las novelas y ahí es donde radica el poder de la lectura.
A la magnífica descripción de los personajes y de las situaciones se une una narración llena de anécdotas que dan un vigor excepcional al relato. Los protagonistas son los muchachos, bien dibujados, complejos frente a la simpleza de los habitantes de la montaña. De ahí la importancia de lo oral, Sijé inventa el cine oral. Oralidad que los muchachos explotan hasta límites impensables en la Revolución Cultural de Mao, se marchan a buscar canciones antiguas, porque han descubierto precisamente el valor de la oralidad en un mundo irrelevante. Y se dan cuenta que en un punto olvidado del mundo y de la modernidad, la oralidad permite la elevación del espíritu de los campesinos.
Hay cierta ironía y humor en muchas páginas. Arranca con la oportunidad de tocar el violín una obra de Mozart rebautizada con el título Mozart piensa en el Presidente Mao, salida de Luo significativa de lo que va a ser el resto de la novela.
Me llama la atención el interés que tienen los escritores orientales por el detalle y por los sentidos. Son novelas (Ishiguro, Murakami, etc. son buen ejemplo de ello) llenas de referencias a la comida y a la bebida, a la música o al color. El gusto por lo minucioso también es un elemento importante en el arte y la literatura oriental.
El relato tiene algunos tintes surrealistas, por ejemplo cuando los muchachos guían la vida de la aldea por el reloj, adelantando o retrasando una hora hasta que pierden la noción del tiempo.
Otro asunto importante es la admiración de la cultura occidental, principalmente francesa en literatura ( Balzac, Flaubert, Stendhal, Dumas, Baudelaire) pero no exclusivamente (Bronte, Dickens, Tolstoy, Dostoievki, Gogol, etc.), también presente en Murakami (léase cualquiera de sus novelas). Por no hablar de la música de Beethoven y Brams, además de Mozart.
Novela para hacer lectores y para envolver a los que ya lo son. Magistral.
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