jueves, 16 de octubre de 2008

Entre dos Palacios / La azucarera Mahfuz



Segunda y tercera parte de la trilogía sobre El Cairo. Si en la primera se presentaba la familia de Ahmad Abd el-Gawwad, en la segunda parte han transcurrido unos años en los que los hijos se van casando y teniendo descendencia, hasta la muerte de los dos progenitores. Al mismo tiempo, la escena política también se va modficando a duras penas, pero algún cambio se percibe. Siempre bajo tutela de los ingleses.
El protagonismo colectivo, que desempeña toda la familia de Ahmad Abd el-Gawwad, tiene dos personajes que me parece que sobresalen por encima de los demás: Kamal y Amina.
Kamal es un personaje entrañable, tierno, quizá demasiado bobalicón con el amor en Palacio del deseo, que me resulta un poco libresco, pero al mismo tiempo maravilloso. Su tenacidad a la hora de elegir una carrera de letras, de defender públicamente sus opiniones religiosas es digna de elogio. Especialmente hilarantes son sus dudas sobre el matrimonio y cómo se burlan sus sobrinos del tema.
“¡Maldita incertidumbre! Como si se tratara de una enfermedad crónica, la confusión embargaba sus sentidos, y todas las ideas que pasaban por su mente se volvían contradictorias unas veces y coordinadas otras, siendo casi imposible adoptar una postura definitiva. Insistía una y otra vez sobre aquellas cuestiones metafísicas frente a las vivencias apacibles de la vida cotidiana.” (242)
En la tercera novela, Kamal tiene un prestigio intelectual que de nada le sirve en su casa, ya solo querían que se casara. Sin embargo, él toma las riendas de la casa cuando es necesario.
Amina es el otro personaje especial, por el carácter que tiene, sumisa ante su señor, servicial con sus hijos, comprensiva con los errores... Cuando ella muere, realmente acaba el libro. Ella inicia la novela y acaba.
Verdaderamente interesante es el cuadro costumbrista que presenta Mahfuz, estamos viviendo con la familia, asisitimos a sus conversaciones casi sentados a la mesa. Alrededor de la misma van desfilando las preocupaciones de una familia de clase media de la época. Los conflictos que se producen con el roce, las vivencias que van teniendo, la aparición de la muerte, la enfermedad (el grupo de amigos del señor Ahmad Abd el-Gawwad se ríen de que tengan la tensión alta, cuando luego todos van a llegar a ser hipertensos), , la doble moral de los hombres, el deseo de una generación de saltarse las normas y costumbres de la anterior, la lucha entre las costumbres antiguas y las nuevas, en fin, no deja nada fuera.
Mahfuz hace un buen repaso a la política egipcia de la 1ª mitad del siglo XX, recorriendo también buena parte de los conflictos sociales de la época: la educación, la llegada de las costumbres de occidente, la religión, la muerte y otros tantos temas.
Algunas veces una novela refleja mucho mejor un momento histórico que un libro de historia, porque profundiza no solo en los acontecimientos históricos, sino también en las vidas de las personas que los viven. Viste desde esta óptica, la trilogía de El Cairo, se convierte en una valiosa novela histórica. De hecho alguna pretensión tiene de ello, puesto que en el último volumen, en “La azucarera” las conversaciones políticas tiene mayor presencia, los hijos de Jadiga
La forma de narrar de Mahfuz es imprsionante, manejando la técnica tanto de la descripción minuciosa como la de la omisión. Tan pronto nos describe el escenario de forma exacta, como omite años en un salto de párrafo.

“La casa de en el-Gamaliyya era para Ahmad Abd el Gawwad un espectáculo familiar y entrañable. Ese portalón de madera, que desde fuera parecía la entrada de una vetusta hospedería, y aquella alta tapia que, salvo las copas de los árboles altos, escondía todo lo que había detrás... En cuanto a ese jardín, sombreado por moreras y los sicomoros, tan bien delineado con árboles de alheña, limoneros, full y jazmín, era una maravilla, como lo era la alberca que tenía en medio. Y luego estaba ese porche de madera que se extendía a lo largo de todo el jardín... Muhammad Effat estaba parado en la escalera del porche...”

Magnífica descipción, llena de color, de olor, ¿no es un cuadro maravilloso?
Desde luego es una novela fundamental del realimo del siglo XX para los egipcios, pero de carácter universal. Para el próximo mes “El callejón de los milagros”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una trilogía maravillosa, una obra fundamental en la literatura del siglo XX, clave para entender la moderna historia de Egipto