domingo, 29 de marzo de 2009

El mandarín / Eçá de Queirós


En Portugal llaman "novela" a los relatos cortos, y "romances" a lo que nosotros llamamos novelas. El mandarín de Eçá de Qeirós entra dentro de las "novelas" que escribió para evadirse del rígido corsé del Realismo. Un juego literario para entretener al público y de paso fantasear, pero con mensaje.
A Teodoro le cae en suerte una herencia de un remoto chino y al mismo tiempo que disfruta de sus riquezas, su soledad y la falta de felicidad van creciendo, el remordimiento por haber esquilmado las arcas de una familia china no le dejan ser feliz.
Teodoro hace dos viajes para huir de sí mismo: el primero a Europa y Oriente Medio, pero no se libera de sus remordimientos; el segundo a China, pero no encuentra a la familia del chino cuyos dineros ha recibido. De regreso a Lisboa prescinde de sus riquezas y no es aceptado socialmente, pero cuando echa mano de sus dineros, vuelve a ser una persona considerada en la ciudad.
Una fábula moralizante que Queirós lanza a un país que cree que está corrompido. Narración breve llena de descripciones y de un ritmo ligero. El planteamiento no es nuevo, pero sí original y el desenlace es el mensaje. La crítica social, la ironía y el sentido del humor son los elementos que apuntalan el argumento. Además de la fantasía. China está en la otra punta del mundo, simboliza lo exótico, lo irreal.
De procedencia francesa, "el mandarín" es un personaje utilizado popularmente para describir lo que seríamos capaces de hacer por convertirnos en ricos. Queirós leía la expresión frecuentemente en los periódicos frances y no comprendía qué quería decir: todos hemos matado al mandarín cinco o seis veces en nuestra vida. Indagó sobre el significado de la expresión y se puso a radactar la novela. ¿Seríamos capaces de matar si con ello pudiéramos enriquecernos? Esa es la verdadera idea central de la novela. Una crítica implacable del servilismo del dinero y de la hipocresía social.

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