lunes, 3 de mayo de 2010

Tawfiq Al-Hakim Teatro egipcio

LA GENTE DE LA CAVERNA
LA CASA DE LAS HORMIGAS
DE LA NOCHE A LA MAÑANA
EL CANTO DE LA MUERTE

BREVE INTRODUCCIÓN

Durante el siglo XIX se produce en el mundo árabe la Nahda o Renacimiento. Fue un movimiento cultural, social, político e ideológico que supuso una nueva etapa de la literatura árabe, también de la vida cultura y política de los países árabes. La aparición de la prensa revolucionó de tal manera la literatura que implicó no sólo la aparición de una nueva lengua, sino la importación de los géneros literario europeos, abandonando la tradición árabe, que, por otra parte, había sido arrinconada por la primacía turca durante siglos.
La poesía, el teatro y la novela del mundo árabe se renovó desde todos los puntos de vista, estilísticamente, en los temas y en el tratamiento dado a los mismos.
El teatro árabe apenas tenía representaciones de importancia, lo conocían pero estaba demasiado unido a la poesía, anclado en estructuras medievales. Tawfiq al-Hakim es el primer autor de relevancia universal del teatro egipcio, y árabe. Los antecedentes hay que buscarlos dentro de la nahda, pero sobre todo en Europa. Ya qub Sannu (1839-1912) había iniciado el género, después de la 1ª Guerra Mundial surgió en Egipto una clase media que demandaba estos espectáculos, aparecieron compañías teatrales y varios dramaturgos. Pero hasta la aparición de Tawfiq al-Hakim no hubo un teatro reconocido dentro y fuera de Egipto. Y en ese mismo momento aparecen otros escritores que cultivaron el teatro realista y el simbólico, que intentaba representar los problemas cotidianos de los ciudadanos de clase media. No dejó de haber algunas obras históricas, propias de un nacionalismo y un colonialismo imperante durante buena parte del siglo.

LA GENTE DE LA CAVERNA

La gente de la caverna es una obra simbólica que se convirtió en una especie de epopeya nacional. Sus dos temas más importantes son el paso del tiempo y sus consecuencias y el destino.
El argumento no deja de ser muy sencillo, tomado de una leyenda cristiana asociada a Tarsos. Tres cristianos de diferente origen y condición duermen en una cueva durante trescientos años y al despertarse creen que han dormido una tarde o un día. Sin embargo, el mundo ha cambiado, los cristianos ya no son perseguidos por Daciano, puesto que ha muerto y el nuevo rey ya es cristiano. La ciudad de Tarsos está modernizada y ya no queda nada de su mundo pretérito. A causa de una leyenda que predecía esta aparición de la gente de la caverna, son celebrados como santos, asunto que ellos no aprecian porque desconocen lo que sucede a su alrededor, no tienen la noción del tiempo ajustada. Uno a uno van descubriendo la verdad y vuelven a la caverna, en una especie de vuelta al origen y desprecio del paso del tiempo. Ya reunidos los tres en la cueva, van muriendo. El último en morir es Mishiliniya, que es el que más tarda en reconocer su estado. En su anterior etapa había estado enamorado de la princesa Prisca y en esta reaparición cree ver en la nueva Princesa a su antigua amante, de alguna manera, el amor es el que le hace resistir, hasta que también el amor se desvanece. Cuando la Princesa le visita en la cueva apenas le quedan unos instantes de vida, pero le da tiempo a mostrar su amor eterno a la Princesa, que hace lo propio.
El papel de la Princesa tiene mucha importancia en cuanto al tema del destino, puesto que es ella la predestinada a parecerse en carácter y fe a la princesa Prisca. Y acaba rendida al amor de Mishiliniya. Al final de la obra, ella recuerda una leyenda japonesa de Urashima1, que de otra forma, cuenta el mismo episodio. La imposibilidad de atrapar el tiempo es el tema de fondo, mientras Urashima tiene la caja cerrada, vive su tiempo, pero en el momento en que destapa la caja, el tiempo huye y se desvanece como el humo.
La simbología de cada uno de los personajes merecería un estudio más detallado, pero no cabe en este breve reseña. Como ejemplo pongamos a la princesa Prisca, cuya etimología viene a demostrar que es “antigua, vieja, venerable”. Ya existía en tiempos del emperador Claudio una Prisca mártir, cuya biografía, entre la historia y la leyenda, se acerca a nuestro personaje. Sin embargo, habría que indagar más en el asunto para determinar referencias más sutiles.

¿Qué simbolismo encierra la obra?
Se pueden dar varias explicaciones. La leyenda hace referencia al paso del tiempo y a la imposibilidad de alterarlo. También la incapacidad que tienen los hombres de evitar el destino. No olvidemos que es una tradición cristiana y el interés de los cristianos de dejarse llevar “por lo que Dios quiera”.
Otra explicación puede ser que los hombres de la caverna representen al pueblo árabe, encerrado durante siglos hasta su renacer en el XIX, abrumados por la omnipresencia de la cultura turca del imperio Otomano. Esta explicación tiene un fondo amargo, pues los que se despiertan no pueden hacer frente al mundo que les toca vivir de nuevo, a las nuevas costumbres, que no les gustan y añoran su anterior vida. En este caso se estaríamos asistiendo a una crítica amarga de las posibilidades del mundo árabe de evolucionar hacia un futuro mejor.
Otro aspecto interesante en el análisis de la obra es el conflicto de la identidad, tratado desde dos puntos de vista relacionados: los hombres de la caverna no reconocen a su pueblo, su evolución, mientras que la Princesa duda entre la profecía que le anunciaba su parecido a Prisca y situación actual en la corte. Las referencias a la “resurrección” cristiana, de Jesús después de muerto, son evidentes. De hecho Galias dice que la leyenda de los hombres de la caverna pervive en varias culturas, con matices diferentes. Este tema de la identidad tiene su momento en la obra (pág. 84-86)
En cuanto a la lengua, poco se puede decir sobre una traducción, baste decir que uno de los logros de Tawfiq al-Hakim es el uso de una “tercera lengua” que huyendo de los localismos, no llega a usar la lengua culta, difícil para el pueblo al que iban dirigidas sus obras.
Un apunte último en cuanto al género literario. La obra tiene una estructura dramática occidental, distribuida en actos y con dos escenarios diferenciados, la corte y la caverna. Las acotaciones son escasas y siempre informativas, como en la tradición europea del teatro. Se ha discutido si el teatro griego clásico ejerció alguna influencia en el renacer del teatro árabe, aunque los resultados son pobres, salvo que se admita que la influencia viene de la mano del teatro europeo. Se puede decir que en esta obra se utiliza una técnica clásica de la tragedia griega, la ironía trágica, en cuanto que los hombres de la caverna no saben lo que ocurre a su alrededor, los lectores o el público sí, saben más que los personajes de su propio destino. Pero no deja de ser una técnica muy frecuente en el teatro universal porque es muy sugerente para atrapar al espectador dentro de lo que ocurre en el escenario.

LA CASA DE LAS HORMIGAS

Otra obra simbólica de Tawfiq al-Hakim. Un estudiante de ingeniería padece una enfermedad del corazón y está postrado en su cama. Cuando se queda solo tiene una aparición con la que mantiene una conversación acerca de la vida de los hombres. A través del ejemplo de la hormiga reflexionan acercan de la posición del hombre en el mundo, insignificante, y más que representar, lo que hacen es plantear al lector-espectador ciertas ideas sobre la vida. La más interesante de todas es la forma de afrontar los problemas, la vida. La aparición le propone ver el mundo desde una óptica nueva, superior, desde la cual todo se vuelve minúsculo. El muchacho cae en las redes del encanto femenino y abandona su vida.
La aparición le promete una vida mejor, es bella y por lo tanto, una vez más, la mujer se convierte en la tentación. ¿Hay una referencia velada a los sucesos de Adán y Eva? Quizá.
La forma en que ella le hace ver el mundo tiene una dosis de lirismo encantador. El propósito de la obra, creo, se cumple sobradamente. Por cierto, el hecho de que los personajes no tengan nombres, nos hace pensar en que cualquiera puede ser uno de los personajes.

DE LA NOCHE A LA MAÑANA

Con esta obrita presenta el autor una serie de situaciones en las que quiso demostrar las miserias humanas. Un teatro comprometido y de corte social. Aunque es una crítica directa al sistema político egipcio, se puede extrapolar a diferentes momentos históricos de muchos países, sin que nos vayamos muy lejos. La obra presenta dos escenas protagonizadas por un “novio” que al enterarse del cese de su futuro suegro, quiere romper su enlace, pero ya ha enviado una carta con una fecha para el enlace. Esta primera escena ocurre en la sede del Ministerio, y al novio le acompaña el secretario del Ministro, que tampoco guarda fidelidad a su antiguo jefe. Una vez que el novio ha modificado la carta, ahora rompiendo el compromiso, y que ha sido enviada al Ministro, el secretario y el novio se enteran de que el Ministro vuelve a su cargo. La segunda escena presenta a la novia y al novio en casa del Ministro. Es una escena inquietante, pues el novio trata de recuperar la carta en la que rompe su compromiso.
No tiene final claro, tampoco lo necesita, puesto que lo que quiere demostrar el sistema corrupto de nombramientos, de fidelidades fingidas y de intereses egoístas. Y, en ese sentido, la obra lo deja bien claro.

EL CANTO DE LA MUERTE

Si fuera un autor español diríamos que es un seguidor de García Lorca, pero desconozco si Al-Hakim conocía las obras del poeta español. Lo cierto es que podría ser una más de él: el destino, la fuerza telúrica que empuja a los personajes a un destino trágico, sin explicación ni posibilidad de modificarlo. Dos matronas esperan la llegada del hijo de una de ellas para que vengue la muerte de su padre, para lo que ellas creen que debe venir, como único motor de vida. Todo está preparado para el día de la muerte, incluso la venganza de la familia rival, cuyo retoño tiene 12 años y le saben también destinado a matar a su vez al asesino de su padre, esta vez el de la familia rival, en un círculo vicioso sin fin. Sin embargo el destino de la familia se tuerce y el muchacho decide que en vez de arrastrar odios ancestrales, deben trabajar para el progreso, para que llegue al campo todo lo que sea progreso. Tanto la madre como su tía y su primo consideran que está por encima del progreso el honor de la familia. El muchacho decide marcharse a El Cairo para abandonar esa cruel carga familiar, pero su primo le arranca la vida antes de montar en el tren.
También encontramos, como en Lorca, referencias populares, cada vez que el primo se anuncia, lo hace entonando una canción popular, de fuerte contenido lírico. Toda la obra, ciertamente, tiene un aire lírico que impregna los diálogos de los personajes, en un tono propio de la tragedia. Hasta los detalles íntimos están contados con solemnidad, como si la muerte fuera un ritual perfectamente organizado: la madre ha guardado la ropa del padre para que se vista para el asesinato, guarda el cuchillo todavía manchado con la sangre del padre, incluso la piedra de aguzar. En cambio, con la misma parsimonia el muchacho intenta convencerla de su ideal de progreso, a lo que ella contesta que en el pueblo le tratarán como a una mujer.
El desprecio de la justicia ordinaria tiene que ver con esas ideas atávicas de que la venganza es un asunto privado, en el que nadie tiene nada que ver. Aunque todo el pueblo es consciente de lo que pasa y ello incita a las familias a actuar de forma privada pero para que se entere el pueblo. Es una paradoja, pero creo que es así.
Esta obra, con la que se cierra esta muestra del teatro de Tawfiq al-Halim también tiene un cierto toque simbólico, al poner de manifiesto la imposibilidad de avance social mientras no se desentiendan de las absurdas obligaciones repetidas con el único objeto de perpetuarlas, sin otro fin en sí mismas que ese. De alguna manera las matronas dan hijos para el sacrificio, eso es lo que al-Hakim está cuestionando, que se dejen de victimarios y que se empeñen en el trabajo futuro.
Las dos obra con mayor contenido simbólico tienen personajes con nombres, identificados. Las dos tratan el tema del destino y del progreso, y por ende, del paso del tiempo.
Aunque la crítica social está más bien en las otras dos, sobre todo en la titulada De la noche a la mañana, de la que no nos dice ni el nombre de los protagonistas, ni del Ministro y Ministerio, ni del secretario; como en la de La casa de las hormigas, el autor quiere que el espectador se centre en los hechos y no en los personajes, porque podrían ser cualquiera de ellos.

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