jueves, 9 de septiembre de 2010

Vida y destino / Vasili Grossman


No creo que Vasili Grossman conociera a Truman Capote, pero el apelativo de novela de no ficción cuadra perfectamente con esta monumental obra, que trata de presentarnos, desde distintas ópticas, la batalla de Estalingrado. Más que de novela, debería hablarse de testimonio, de reportaje, de documental. Son varios los escenarios donde se desarrolla, muchísimos los personajes, no siempre bien relacionados, innumerables los detalles, hasta el aburrimiento en algunos casos.Son mas de mil páginas que abruman a cualquier crítico, pues aunque la estructura es lineal con diferentes espacios novelescos, los personajes representan buena parte de los participantes en ese momento histórico, con un fondo histórico anterior, la crisis de 1937 mediante la cual Stalin hizo una limpieza del Partido demasiado extensa y cruel. Muchos de los personajes están en una situación al iniciarse la contienda mundial fruto de su experiencia en el 37, para bien algunos y otros para mal.

El objetivo, en mi opinión, de Vasili Grossman es ofrecernos una panorámica general sobre el estado de la Unión Soviética del momento. Importa la lucha contra los alemanes, pero parece que Grossman está planteando la cuestión desde otro punto de vista. La “2ª Guerra mundial” es muy importante en el libro, pero el detonante para cuestionar el funcionamiento del régimen socialista, del estado de ánimo de la población rusa (y sus alrededores, Ucrania por ejemplo) y de los mandos militares. En ese sentido, la novela cumple con creces las expectativas, pues el lector asiste sin descanso a lo que sucede durante la batalla, antes y después, pero sobre todo a lo que piensan, sienten, opinan y sufren los personajes. Se convierte en una novela humanizadora, deja de ser una novela de guerra, un documento, para retratar un esta anímico. No cabe duda de que la novela sube de intensidad y emoción en los capítulos y secuencias en los que aparece la familia Sháposhnikov. Desde las conversaciones que mantienen en casa, la búsqueda del hijo herido y muerto en el frente, la hermana enamorada de un hombre que no es su marido, en fin, las vicisitudes propias de una familia en una situación crítica. Lo mejor de la novela. La intensidad emocional también sube en el campo de concentración alemán y en el tren de los judíos. Es decir, cuando la trama se centra en los personajes más novelescos, la emoción sube, el lector avanza con avidez; mientras que en los episodios del frente, de soldados en la batalla, son más arduos y aburridos.

Retrato del ideal humano soviético, con fisuras y todo, Vida y destino es un canto al sufrimiento, al esfuerzo y a la valentía de los soviéticos frente a la maquinaria militar alemana, sobresaliendo por encima de las demás, la bondad humana como modelo que define a los soviéticos. Como trasfondo se puede leer que lo que los soviéticos representan bien puede ser un modelo para todos los pueblos.

Los personajes son muchos y muy diferentes, algunos relacionados, aunque no siempre. Una de las dificultades iniciales de la lectura es situarlos en los diferentes escenarios. Sólo la familia Sháposhnikov tiene relación con buena parte de los personajes, aunque no llegan a todos los rincones de la novela. De todas formas, ni es una novela de guerra ni la novela de una familia, sino que tiene elementos de varios géneros novelescos. Partiendo de presupuestos decimonónicos, realistas, Grossman plantea una estructura no lineal sino multiperspectivista, dotando a la novela de una complejidad que tiene algo de reto y algo de realidad, el reto de enfrentarse a diferentes personajes ubicados en espacios tan distantes y al mismo tiempo, crear una sensación de realidad, porque muestra un momento histórico, para crearlo tiene que acudir a la complejidad de los personajes, sus opiniones, sus vivencias y su situación personal, al tiempo que recrea con patetismo el estado anímico de un pueblo.

¿Es una novela social? Denuncia el estado del partido en la URSS, las contradicciones dentro del mismo, la cruel persecución a la que están sometidos todos los estamentos tanto del partido como de la sociedad, la frágil línea entre estar dentro y ser un disidente. Es social en el sentido de que relata la vida cotidiana de los soviéticos, incluyendo la vida en los gulats, en el frente y en domicilios particulares.

¿Es una novela ideológica? Sin duda los nazis no salen bien parados, hay secuencias reflexivas demoledoras para ellos. Ya se ha mencionado la denuncia de la represión del partido comunista en 1937 y posteriormente. La publicación de la novela le supuso a su autor el ostracismo político y social, llegando a morir olvidado.

¿Es una novela histórica? Cumple con todos los requisitos. Ya se ha dicho en este blog que todas las novelas buenas son históricas, máxime cuando recrean un batalla como la de Stalingrado. Las referencias históricas son reales, aunque los episodios estén más o menos novelados. Se ha hablado, incluso, de que el científico Shtrum es un personaje bajo el que se esconde el propio Grossman, que estuvo presente en la batalla como cronista del periódico oficial ruso. Es verdad que Shtrum es uno de los personajes más complejos e interesantes de la novela, alrededor del cual gravitan los hechos más patéticos de la novela: la búsqueda del hijo herido a cargo de su mujer y la carta que le escribe su propia madre una vez que ha vislumbrado su destino final. Luego histórica es en muchos sentidos.

Para terminar se puede decir que es una novela abrumadora en su construcción y en su complejidad, brillante en el estilo, épica en el sentido estricto de la palabra, admirable en el intento de analizar un momento histórico, lírica en la medida en que la poesía puede hacerse un hueco en medio de la extraordinaria batalla.

1 comentario:

Luis Gómez dijo...

A ver si después de tu pormenorizado análisis a la tercer consigo pasar de las 200 páginas. Hasta ahora me ha aplastado tanto detalle de guerra.