lunes, 25 de abril de 2011

El desierto de los tártaros Dino Buzzati


El desierto de los tártaros es una muy interesante obra del novelista y periodista italiano Dino Buzzati, que la publicó en el momento cumbre del régimen de Mussolini, dato que no creo que sea casual.
La novela, prologada por Borges, se ha incluido dentro del grupo de seguidoras de Kafka, pero creo que es una simplificación inicial, que sirve para clasificarla, pero nada más. Tiene algo del mundo asfixiante de novelas como El proceso o El castillo, también tiene un tono aseptico propio de las novelas de Kafka. Pero deben explicarse los elementos que configuran una obra compleja en su interpretación.
El espacio en el que se desarrolla la trama es simbólico. Drogo, un flamante teniente, es destinado a la Fortaleza Bastiani, un lugar sin un punto definido en los mapas. El hecho de que sea una fortaleza en un extremo del país o estado le da connotaciones épicas, porque tiene el objetivo de repeler ataques de los enemigos. Pero no está claro si hay enemigos. La fortaleza está rodeada por montañas y por un desierto. Ambos elementos convierten a la fortaleza en un sitio acotado, cerrado. Por el lado del desierto es abierto, pero el mismo desierto es una barrera. La primera vez que Drogo ve la fortaleza, ésta ya da síntomas de ser un sitio poco frecuente, según se va acercando tiene la sensación de que la fortaleza se aleja.
Los tártaros era un pueblo de Asia a los que los griegos y otros pueblos después no comprendían muy bien, eran considerados unos bárbaros, unos seres extraños que venían del infierno. El Tártaro era una parte del Hades, donde iban a parar los dioses derrotados. No parece que sea casual el nombre, un infierno, un pueblo misterioso que nunca aparece realmente en la novela pero que amenaza la seguridad del país.
La descripción de la fortaleza es significativa: murallas tétricas, tórrida, árida, cárcel, amarilla, centinelas metódicos, monótonos como un reloj, prisión, mansión abandonada, misteriosa, fea, etc. Todos estos calificativos aparecen a lo largo del libro.
Bueno, pues a pesar de esta descripción, la fortaleza produce una fascinación en los personajes que los encierra en sí misma. Son libres de marcharse, pero no lo hacen. El desierto también produce fascinación, pueden estar horas miran o observando la nada en el desierto.
Yo interpreto esto desde un plano simbólico, aunque pueda equivocarme. La fortaleza es como una mansión (mundo) en el que estamos para pasar el tiempo, todo lo que sucede a nuestro alrededor no es importante, nos limitamos a pasar por la vida. La fortaleza elimina nuestra individualidad.

Los personajes de la novela son secundarios, excepto Drogo. Algunos son arquetipos, como el sastre o el médico, o Tronk, que es la ley, el orden. Algunos tienen una vida triste y un final irónico, como Angustina, que es víctima de una acción heroica innecesaria y ridícula, es víctima de un esfuerzo inútil. Lizzardi muere por saltarse la norma, otro hecho irónico o absurdo en el que puede verse una crítica feroz a la norma absurda del ejército.

Los temas son varios, pero podemos señalar dos como los principales: el paso del tiempo inexcusable, que nos atrapa y lima nuestra individualidad, no nos deja más remedio que formar parte de un entramado social. Por eso cuando los personajes tienen la libertad de elegir, prefieren no hacer uso de ella. El segundo tema que mueve la acción por encima de los personajes es el absurdo de la vida militar, cuya descripción en implacable, que mientras eres joven te ofrece expectativas de futuro feliz, pero esperar la llegada de unos enemigos de los que no se sabe nada es tan absurdo como luchar contra ellos.
Es una obra sin amor, ni siquiera la amistad prevalece, apenas hay sentimientos. El protagonista declina la llamada del amor, cuando sus amigos están todos casados y con una vida resuelta. Pero cuando muere alguno de la fortaleza apenas hay alguna muestra de dolor, más bien se pasa al siguiente episodio. Esto sí es muy kafkiano y forma parte de un existencialismo como el que aparece en El extranjero de Camùs. El lector siente al final de la obra una especie de vacío existencial, porque se rompen las esperanzas de vida, de acción, de emoción, y acaba abruptamente.

¿Puede haber una crítica al régimen fascista?
Es muy posible que sí, José Abad en un artículo explica con claridad cuál es el ideario de Buzzati en sus tres primeras obras, a las que agrupa bajo el título de "Tríptico antifascista". No debe olvidarse de que Buzzati no era libre de publicar una obra crítica con el régimen, por lo que debía hacerlo, si quería, mediante símbolos y metáforas. En esta obra recurre a un episodio falsamente heroico, cuyos actores están encerrados en una nueva Troya a la espera de los griegos, imitando una parafernalia, una estética propia de la Roma imperial. Mussolini impone una vuelta a los valores tradicionales de la defensa de la disciplina y la jerarquía, el desprecio por la vida propia y la ajena, elogio del militarismo, la virilidad y la glorificación de la violencia.
Los personajes atrapados en la fortaleza se dejan fascinar por esa retórica fascista, los ciega el espejismo de la hazaña, por eso la aparición de un caballo trastoca la vida de la fortaleza, la aparición de un punto lejano en el horizonte desértico provoca confusión, debate, miedo y desesperación. La aparición de la carretera es otro episodio desencadenante de sensaciones que rompen la monotonía de la vida castrense. Drogo incluso duda de la existencia de los tártaros, como si fuera una invención de los mandos superiores para mantener a los soldados en guardia.
La ironía del destino mantiene a Drogo 30 años en su destino y cuando aparece el enemigo está muy viejo y enfermo, es abandonado en una pensión, como si fuera un adorno que ya molesta.
La clave de la novela está en ese discurso triunfalista de los mandos de la fortaleza, en la falta de amor y de piedad porque los hombres se han vaciado de sentimientos, la fortaleza y la retórica castrense se han llevado por delante todo asomo de afecto, como si la fortaleza se hubiera convertido en un territorio desierto para el corazón.
José Abad hace una reflexión literaria muy interesante al respecto. Emparenta estos personajes con la famos abra de Pirandello en la que siete personajes van buscando un autor para representar una obra. Drogo es un héroe en busca de hazaña, de acción, para sentirse soldado, para dar sentido a su vida, como si estuviera esperando la orden de alguien para que en ese escenario desnudo y misterioso ocurriera algo. Pero ese demiurgo no aparece. Volvemos otra vez al existencialismo nihilista, a un final poco agradable, porque el hombre se ve abandonado. Y si nos planeamos más alto, vemos que Buzzati puede que no esté hablando sólo del fascismo, sino de un problema del hombre como tal, no en una cuestión histórica de un momento del devenir italiano, sino del hombre y de su vida en sociedad.
En este sentido, Kafka pasa a un segundo plano para ocupar el primero Camùs, cuyas obras son de la misma época.
Absurdo, existencialismo, ¿y surrealismo? Drogo tiene sueños despierto y dormido, tiene visiones. Este asomo de las técnicas de los surrealistas le sirva Buzzati para dar a la obra un poco de sentimiento, para humanizar el relato arduo y triste. Le ofrece al personaje una dimensión cercana.
Luego del relato lineal y aparentemente cómodo hemos llegado a una lectura comprometida, a una llamada de atención sobre los males que acechan al hombre, a una crítica del fascismo.
¿Pensaría en eso Buzzati? ¿Tuvo alguna repercusión en la sociedad de los primeros años 40? ¿Hay alguna interpretación más escondida bajo los múltiples símbolos de fortaleza y de laberinto y de desierto?
Es posible que Buzzati no consiguiera derrotar el fascismo, pero su contribución artística fue firme y duradera, hasta el punto de que hoy su obra sigue suscitando interés entre los lectores de toda Europa. Y es posible que sus novelas no contribuyeran a la formación del espíritu nacional que Mussolini quería imponer, sino que más bien, alguno se protegiera de esa retórica fascista.

Novelas tan estupendas para comentar son las que merece la pena leer.

Ver el artículo de José Abad "Dino Buzzati: Tríptico antifascista" Revista de la Sociedad Española de Italiano, 3, 2005, pág. 19-29.

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