miércoles, 24 de septiembre de 2008

La Cartuja de Parma / Stendhal



Stendhal escribió esta obra maestra valiéndose de sus aventuras de viajero por Italia, su amor a Napoleón y su maestría a la hora de presentar ambientes cortesanos. En Rojo y negro y en La Cartuja de Parma se dan los mismos elementos: un muchacho en edad de aprender se convierte en una persona especialmente inteligente, pero, al mismo tiempo desarrolla una capacidad para provocar y protagonizar conflictos de forma continua, de los que sale victorioso y fortalecido socialmente.
La novela tiene una estructura realista, aunque se escribiera en época romántica, de la que conserva algunos detalles sentimentales de escasa importancia: ese apasionamiento, las lágrimas de una muchacha escuchando a Fabricio predicar… En la prosa apenas queda nada del romanticismo.
Más que los retratos de personajes y escenarios, que están realizados de forma magistral, sorprende que el autor mantenga el interés durante tantas páginas con las idas y venidas de un tipo al que siempre le tienen que estar protegiendo, y que tiene una suerte formidable. La trama es la clave del relato. Es casi una estructura lineal, aunque en ocasiones retroceda o avance en los acontecimientos. En esa trama entran muchos personajes, olvidados a lo largo del relato de forma deliberada y acertada.
Es una novela fascinante, cómo avanza el relato lleno de matices, de sentimientos que no son estables, sino que evolucionan a lo largo de la trama, se contraponen, se alimentan.
Hay un cierto humor desde el principio: Fabricio se pregunta si realmente ha participado en la batalla de Waterloo; el retrato del príncipe hijo es realmente fantástico por su carácter pusilánime, su indecisión… El episodio de Fabricio en la frontera con el pasaporte de su asesino, amigo del policía de aduana que no le detiene porque piensa que su amigo se lo habrá vendido… Es un ingenio poco habitual.
Una de las cosas que más me ha gustado es que Fabricio y Clelia reinventan el lenguaje, es una parte interesantísima, hasta que logran establecer un sistema de signos inteligibles para los dos. Al final de la novela les ocurre lo contrario, pueden hablar pero no pueden verse. Es un ejemplo de los muchos que se pueden encontrar.
Es una novela hecha para que el lector disfrute continuamente, no hay ni una solo línea de sobra, incluso el narrador dice en ocasiones que resume para no extenderse demasiado. Como en Rojo y negro, el lector se ve abrumado por los acontecimientos y vive con los personajes la increíble peripecia vital de Fabricio, su tía la Sanseverina y el primer ministro, el conde Mosca.
Una novela recomendable para los lectores de largo aliento.

No hay comentarios: