jueves, 26 de noviembre de 2009

El mundo de los prodigios Roberston Davies


El mundo de los prodigios
Fin de la trilogía de Deptford. Si en la primera se exploraba el tema de la culpa, en la segunda la búsqueda del lugar en el mundo, la tercera busca un cierre con el relato de la muerte de Boy Stauton. En la primera era el relato de Ramsay, sirve de excusa para recorrer la biografía de Boy Stauton y del propio Dunstan Ramsay. La piedra “culpable”, desencadenante de toda la acción, aparece al final de cada novela, como hilo conductor de las vidas de los personajes. La segunda, Mantícora, novela está protagonizada por el hijo de Boy, David, cuyo relato vital encuentra acomodo en una confesión a su psicoanalista; igual que la anterior intenta ser una explicación-justificación de su vida. La tercera, El mundo de los prodigios, cierra el círculo con el relato de Paul Dempster, fruto anticipado del golpe de la piedra. El realto se sustenta en levantar un subtexto como soporte para detalles sobre una película que está protagonizando Eisengrim (psedónimo de Paul).
Magnus Eisengrim se ha convertido en el prestidigitador más famoso de su época. Eisengrim narra su vida y su visión de los hechos del acontecimiento central de la novela, la muerte de Boy Stauton. Pero el relato se detiene en todos los detalles de su vida, que quizá como aportación a la película que están grabando sea importante, pero creo que son demasiados para la novela. Por lo demás la novela se mete de forma magistral en el mundo del circo y de la magia. Para muchos es la mejor de la trilogía, para mí, si elimináramos unas sesenta o setenta páginas de los dos relatos de Magnus, aunque el propio Magnus Eisengrim dice que sin detalles no hay magia.
“A estas alturas de la trilogía, adoramos al narrador Dunstan Ramsay, aceptamos el inverosímil atractivo de una mujer tan fea como Liesl, conocemos a Boy Staunton y queremos conocer a Magnus Eisengrim, el mayor mago del mundo. Pero aunque Davies parezca un narrador oral, al fondo resalta la ingeniosa maquinaria narrativa que sustenta el relato: diversidad de puntos de vista a lo largo de las tres novelas, multiplicidad de planos temporales, frecuentes digresiones, calculada dosificación de la información esencial... En fin, una joya.” Marius Serra dijo estas palabras en un diario mallorquín y me parece buen resumen.
Otro aspecto que me interesa especialmente es la identidad del personaje principal. Siendo niño es Paul, en el momento de la narración es Magnus Eisengrim, pero ha tenido otros nombres en un intento de borrar su pasado continuamente. El colmo es que en la película interpreta a otro mago, es decir su identidad se hunde más en la apariencia. También es mágico su primer trabajo en el teatro con Sir John, a quien tiene que doblar en escena, otro prodigio de la apariencia.
Lo mismo sucede con el tema del narrador. Es Eisengrim quien narra su vida, pero nosotros sabemos que es Ramsay quien está detrás del relato en un juego entre narradores digno de un estudio minucioso.
Pero hay más en esta novela, como en las anteriores, que comentar. Liest también aparece en su pasado, Magnus habla de muchos temas mientras explica el relato de su vida; nos habla de cine, del mito, de la educación en el proceso de aprendizaje y supervivencia del protagonista, de su aprendizaje artístico en cuanto mago y en cuanto actor. Es una novela densa, reflexiva sobre la vida y sobre el arte. Una delicia que habrá que releer en alguna ocasión, porque el cúmulo de ideas que se muestran apenas puede percibirse en una lectura unitaria.
Esperaremos a leer las demás novelas de Robertson Davies.

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