sábado, 10 de abril de 2010

La bestia del corazón Herta Müller




(Herztier)


“Cuando Herta Müller nos cuenta una historia, su pasado cobra vida” dice Hariet Quint en un artículo que analiza la temática de la novelista rumana. Y me parece una idea acertada porque sus novelas recrean el ambiente de represión durante los años en los que H. Müller vivió en el Banat.
La bestia en el corazón es una novela que ejemplifica esa idea que encabeza este análisis. Todo el libro está resumido en un primer capítulo o sección que podríamos decir que es un prólogo programático, porque en él ya aparecen los temas fundamentales del libro: el silencio causado por la represión de la dictadura, oración con la que se inicia y concluye el libro:
“Cuando callamos, nos tornamos desagradables, dijo Edgar. Cuando hablamos, nos tornamos ridículos” Pág. 13
“Con las palabras en la boca aplastamos tantas cosas como con los pies sobre la hierba. Pero también con el silencio.”
“Tal vez intuyen cosas distintas a nosotros, dijo Edgar, quizá intuyen que el dictador es un error.”
Después de esta declaración de intenciones comienza la narración propiamente dicha. Se podría decir que la novela es otro capítulo de la obra de la autora, los mismos temas, el mismo ambiente y un estilo bien asentado para conseguir los fines que la autora pretende: denuncia de la dictadura de Ceauşescu.
Paisaje desolador, moral, político, social y geográfico. Es un libro en blanco y negro, aunque algunas veces haya color.

NOVELA
TEMAS Y ASUNTOS
Todas las novelas de Herta Müller presentan un mundo triste, oprimido, con personajes temerosos de la todopoderosa securitate, que desnaturaliza a los individuos hasta convertirlos en tirinenes vacíos de sentimientos cuyo única salida es la huida. Sin duda el tema que recorre toda la novela es el ambiente opresivo de la dictadura y sus consecuencias en la vida cotidiana de la gente.
La novela es un testimonio del horror vivido durante los años de la dictadura de Nicolae Ceauşescu. Los protagonistas son víctimas del sistema porque no comparten sus planteamientos, quieren huir, ven el país como un cementerio y a los que apoyan el régimen como constructores de cementerios. La policía secreta espía a los ciudadanos, había micrófonos por todas las partes “Alguien dijo que los altavoces ven y oyen todo lo que hacemos” (pág. 17).
Los temas secundarios están subordinados a ese tema principal: la relación entre los amigos, la vida dentro de la residencia, los problemas en el trabajo, la huida a Alemania, la corrupción generalizada, todo, es consecuencia del régimen dictatorial.
La novela relata varias escenas de unos muchachos (la protagonista y sus compañeras de cubículo, los muchachos, Edgar, Georg y Kurt) sometidos a un espionaje deshumanizador. Primero en la universidad, luego en sus respectivos trabajos. La protagonista consigue huir a Alemania y los demás se quedan en el país. Los que se quedan acaban muertos todos. La narradora, aunque consigue salir del país, es perseguida por la policía secreta en el exilio. La obra novelística de Müller se convierte en una sucesión de estampas, de diálogos, de vivencias que se encaminan hacia un paisaje humano y geográfico desolador.
El relato está en primera persona, quizá para darle mayor verosimilitud, aunque la narradora protagonista no lo es en solitario. Más bien debería hablarse de un personaje colectivo, tanto los oprimidos como los opresores tienen una importancia esencial. De hecho la narradora aparece sin nombre. Sus amigos sí que aparecen sin nombre, pero tienen un fatal desenlace, a lo mejor tiene alguna explicación.
Las personas no son tales, están sometidas a una deshumanización o desnaturalización radical, como dice Olga García en su artículo citado en la nota a pie de página, apenas hay sentimientos, y cuando los hay no se pueden expresar libremente. Tampoco hay relaciones sanas, todas están contaminadas por el miedo, la miseria, los intereses. Hasta un detalle íntimo, casi imperceptible en la novela, es indicio de una relación adulterada por la miseria, cuando la señora Margit acaricia a la protagonista a cambio de renunciar al alquiler, y la inquilina lo acepta porque no le queda otro remedio, hasta ese punto era cruel la situación. En otro momento habla entre luces y sombras de un posible abuso de menores del profesor de gimnasia, aunque sólo habla de roces, caricias, no queda muy claro ese asunto, pero da la impresión de que tienen miedo las muchachas de que las toque.
Los amigos no pueden reunirse, ni los cuatro juntos ni en grupos menores, siempre están vistos como sospechosos. Tienen que dar explicaciones incluso cuando se ven después de separarse el grupo, cuando ya están trabajando en sitios alejados. Saben que no tienen apenas futuro, que van a morir o a estar cerca de la muerte. La policía los persigue cuando se van a Alemania. Allí las visitas de rumanos también se ven como inseguras, como la de Tereza, la antigua compañera de trabajo, que va a Alemania como enviada del capitán Pjele. De hecho, las sospechas del grupo se van confirmando y poco a poco van muriendo los que se quedaron en el país.
El capitán Pjele representa la policía de seguridad. Tiene un perro con su mismo nombre y apenas diferenciamos entre quién es el animal y la persona, su identificación es total. También es uno de los momentos agradables o irónicos del libro, la narradora lo cuenta con gracia y cierto humor, quizá porque ha encontrado la forma exacta de pintar a los servicios secretos. Es una animalización de régimen. De alguna manera le vence, porque termina viviendo en Alemania y porque descubre las intenciones de Tereza con su visita a Alemania.
Este asunto de Tereza nos lleva a otro de los temas de la novela, la amistad, o la imposibilidad de la misma, porque el régimen destruye todos los sentimientos de la persona, entre ellos, especialmente, los de amistad, ya que supone reunión y conspiración, según ellos. Realmente la amistad es un tema muy importante, diríamos que la novela es sobre la amistad en la dictadura, cómo surge y cómo acaba aplastada.

Las muchachas comparten un cubículo, no muy acogedor, por cierto, y la protagonista conoce allí a Lola, cuyo diario es recurrente hasta el final. Lola es la pueblerina (¿algún personaje no lo es?), que quiere llegar a ser algo y acaba suicidándose. Se ahorca con un cinturón, que luego sirve de símbolo de la muerte y del castigo, incluso la protagonista no puede usarlos durante años. A través del cuaderno de Lola va recorriendo la degradación moral a la que ha sido sometida por el régimen. Después de que se suicidara Lola, es expulsada del partido en una ceremonia que tiene más de terror que de asunto jurídico o ideológico del partido. En realidad, es una forma de expresar lo absurdo del funcionamiento del partido, la radical estupidez del partido.
Tereza es hija de un importante personaje, es una privilegiada. Al final resulta una aliada de la securitate. Una amistad frustrada. A pesar de ello, en la cara de Teresa también se refleja la aridez, el régimen también sufre, nada queda ajeno a la represión, ni siquiera los que apoyan pueden eliminar de su cara la aridez.
Los muchachos viven en otra residencia y forman un personaje en grupo. Estos tres personajes son trasuntos de amigos de la autora. No es posible la amistad en el régimen totalitario porque no se permite ni la asociación pública ni privada. Los personajes esconden sus libros, los diarios de los demás y actúan ocultándose de sus vecinos, de su familia. Georg es un trasunto de un amigo de la autora, el escritor Rolf Bosser, Kurt es Roland Kirsch y Edgar es su propio marido durante años, Richard Wagner. Todos tienen en común su lengua, alemán, son lectores y por lo tanto, cultos y objetivos que destruir y aniquilar, pertenecen a la minoría alemana. Están relacionados con la literatura, como la autora del libro, de ahí la aparición de cancioncillas populares rumanas que aprendió de pequeña. Un detalle lírico en medio del terror.
“Nada de amigos, piensa en cosas serias” pág. 72.
El mosaico de personajes, amigos, familia, etc. con sus problemas y angustias ayudan a crear ese escenario áspero y árido de la dictadura. La securidade amenazando a todos incluso infundiendo rumores para que la gente hable y sea pillados en falta.
Son recuerdos, sucesos de juventud, son verdad o lo fueron en su momento.
¿Y el dictador? Llama la atención que aparezca diferenciado así, que no siempre habla de la dictadura, sino del dictador, en persona. Y paradógicamente, la enfermedad del dictador se convierte en esperanza, sus viajes y sus cancelaciones son la esperanza del pueblo de que esté realmente enfermo, es un tema que se habla y que se calla pero se piensa. La policía juega con el tema, difunde rumores falsos para que la gente caiga en la trampa de hablar, es otro instrumento del régimen.
La muerte está presente en la obra desde varias ópticas. En primer lugar hablaríamos de la muerte “vital” de los personajes, es decir no tienen vida ni sentimientos. En segundo lugar, se puede hablar de una muerte “real”, varios personajes mueren, como hemos dicho, con suicidios y desapariciones sospechosas, no aclaradas, pero que bien podemos suponer dictadas desde el aparato del poder. No es el tema de esta novela, sino de todas las novelas de Herta Müller.
El tema del suicidio también provoca reflexión aparte. Por un parte, vario suicidios suceden durante la trama, y todos tienen su origen en la represión, pero no se dice claramente. Lola se suicida ahorcándose con un cinturón. Detalle que descubrimos después, cuando la narradora dice que estuvo años sin poder ponerse un cinturón. Este recurso de evocar, de decir sin nombrar, es marca de la casa. La misma Müller lo expresaba en el discurso que pronunció al recibir el premio nobel, cuando recordó cómo su madre le preguntaba cada día si llevaba un pañuelo. Ella, que sabía que su madre se lo iba a preguntar, no lo llevaba encima y tenía que ir a cogerlo. Explica cómo la pregunta de su madre tan solo transmitía preocupación por la niña, y así lo entendía la niña, no necesitaban decir palabras cariñosas porque no era el estilo de los campesinos.
La opresión se convierte en terror psicológico. A los cuatro muchachos que acuden, después de sus estudios, a trabajar donde han encontrado un puesto de trabajo, los van a ir despidiendo uno a uno. La gente tiene como único fin en su vida marcharse, salir del país, arriesgando su vida por ello. Muchos cuerpos son encontrados en el río que hace de frontera. Incluso algunos, son empujados por el régimen hacia esa frontera para poder eliminarlos de forma misteriosa.
La imagen de la tierra reflejada en el rostro, “lo que se saca de la tierra se lleva en el rostro” (pág. 16) nos da una idea de la influencia del régimen en la vida de las personas, utilizando una imagen literaria de lo que fue la dictadura, de cómo fue el proceso de deshumanización de las personas hasta llegar a convertir al hombre en “criatura envilecida”.
La corrupción. Otro apunte más sobre la dictadura. Las personas se corrompen casi ayudadas por el régimen. En todos los estamentos hay corrupción. Incluso las notas de los niños en las escuelas se modificaban en función de los regalos de los padres. Cuando el padre de la niña toma las medidas al profesor para hacerle un traje, la respuesta del maestro es: “Hacía tiempo que esperaba esa oferta”, (pág. 67).
No hace falta ahondar en el tema del silencio, porque queda claro a través de la exposición anterior, pero sí es preciso recordar algunos ejemplos de cómo ese silencio se impone, hasta tal punto que en un momento dado de la narración dice que no hay nada que decir, justamente cuando lo está diciendo todo. Otra consecuencia del terror psicológico. El conflicto interior entre callar y hablar tiene difícil solución en la novela, porque los personajes principales no dejan de hablar, “Aunque la lengua ya no pueda más que barbotar, el hábito del miedo no abandona la voz” (pág. 37). Pero también hay silencio en las palabras, que sirven para decir callando, o callar hablando, como cuando la protagonista le está contando a Edgar los hechos de la muerte de Lola, no puede pronunciar la palabra mil, que era el número que falta, porque es el de Lola, ella no puede pronunciarlo, “Y pensé: Espera la verdad, siente el silencio en mis palabras”, pág. 40
Esta forma de ir tratando los temas resulta singular, porque en toda la novela no existe una trama propiamente dicha, sino cuadros o escenas con los que en la retina del lector queda una sensación de opresión, de desesperanza, como si viéramos la película en blanco y negro, triste, apagada. El lector compone en su imaginación la secuencia total al finalizar el relato. Va adentrándose en la intimidad de los personajes, observando su degradación “vital”, su degradación moral, hasta su destrucción total o expulsión. Las víctimas no existen como tal, sino que todo el país está sometido a la sinrazón de régimen que, de alguna manera, no deja espacio ni para el sentimentalismo, ni la amistad, ni siquiera el amor materno. A las personas no les queda nadie a quien acudir. La protagonista quiere confiar en su madre, pero recibe una carta escrita por la madre en la que la desampara, su padre es un nazi “construye cementerios”. Todo es desolación.

COMENTARIO FINAL
Debería terminarse el análisis con una breve explicación del título de la obra. Hay varias referencias en la novela a la bestia del corazón. La bestia del corazón anida en los personajes, va cambiando de unos a otros y va cambiando a los personajes, en ocasiones está dormida y otras veces se despierta devorando a los personajes. En la pág. 67 leemos: “Sabe que todo el mundo tiene una bestia del corazón”. A lo largo de la novela esa bestia se apodera de unos y otros personajes.
Cuando la niña duerme, “reposa la bestia de tu corazón, hoy has jugado mucho”, en la pág. 37, dice la abuela o piensa.
La bestia del corazón es la maldad, el odio, la represión.
Esa bestia se mueve, emigra, sale y entra en los personajes, se apodera de ellos.
La bestia del corazón está en la médula de lo que es el régimen dictatorial, la promueve, la despierta y la alimenta.

Conclusión personal
Aunque me ha costado entrar en la novela, he de reconocer que he acabado entregado a la prosa de Herta Müller. El tema es muy interesante, no dejará de provocar nuevas novelas y películas. Por otra parte, me parece una novela que da un testimonio de una dictadura, pero seguramente se puede aplicar a cualquier otra, cuyos métodos serán diferentes, pero el resultado será el mismo, el propósito de eliminar de las personas la personalidad.
Es una novela difícil, desagradable a primera vista, pero muy interesante. Y después de analizarla y releerla mucho más. La primera lectura te sitúa en el escenario y en los temas, la segunda te aporta un visión de conjunto mucho más reveladora.
La forma de presentar los personajes, las opiniones de la narradora diseminadas por todo el libro, los diálogos cortantes pero suficientes, me parece muy interesantes. Todo ello revela el profundo sentimiento de impotencia de los personajes, la opresión a la que fueron sometidos y que la autora recuerda tan vivamente, por ello se convierte el libro no sólo en un testimonio de lo vivido, sino en una denuncia hacia el mundo de las barbaridades de la dictadura, sea cual sea. Y quizá también haya, además del ajuste de cuentas con el pasado, un deseo de sacar fuera de ella misma esa bestia del corazón, de deshacerse de esos recuerdos terribles, por eso la necesidad de hablar, de contar.

Bibliografía:
  1. Olga García. “Imágenes de represión en la prosa de Herta Müller”, en Literatura y poder a cargo de Manuel Maldonado Alemán, ed. Peter Lang, 2005, Bern 2005, pág. 65-80.

  2. QUINT, Hariet. “La experiencia del totalitarismo en la obra de Herta Müller”Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid, 2009. (Puede verse el enlace en: http://www.ucm.es/info/especulo/numero43/hmueller.html

2 comentarios:

Arena dijo...

Enorme novela y excelente tu lectura. Gracias por compartir.

aeroncaglia@gmail.com dijo...

A mi también me costó la novela, sobre todo al principio, pero después me fascinó. A tu análisis, muy bueno por cierto, agregaría el tema de como construye la narradora ese traslado continuo entre el campo y la ciudad, el campo casi como lugar abandonado en pos de un proletariado completamente alienado.