Sin duda los suecos, los nórdicos, tienen buena mano para la carnicería, no dejan indiferente al lector, no escatiman en sandre y casquería. Recuerden el principio de la novela de Mankell El chino, por poner un ejemplo. Asa Larsson vivía acomodada en su trabajo de abogada hasta que se decidió a escribir para matar el aburrimiento. Desde entonces no lo ha dejado y ya son cinco las novelas publicadas. Tiene muchos lectores en su país y está traducida a los idiomas usuales también con aceptación de público.
Sus novelas están clasificadas dentro del género de "novela negra". Tienen todos los ingredientes del género. Aurora boreal es la primera de ellas. Ya aparece la abogada entregada a salvar al mundo de malhechores de guante blanco. Acción, intriga, buenas descripciones y una trama interesante. El asesinato de un pastor de un pueblo del norte de Suecia da pie a una investigación oficial (la hermana del asesinado es acusada y encarcelada por el fiscal) y a una parelela, oficiosa, llevada a cabo por una abogada que mantuvo una relación muy estrecha con todo la congregación religiosa a la que pertenece Viktor, el hombre que vio el cielo y volvió a la tierra. Con ese leiv-motiv, Rebecka inicia una investigación para aclarar de verdad los hechos y desenmarcarar una casi secta que se aprovecha de los creyentes para almacenar riquezas al amparo de una congregación que oculta maldades jerárquicamente. Esto es, según se va ascendiendo en el escalofón de la congregación, mayores son los pecados de sus feligreses.
Llama la atención que en Suecia, cuya imagen en el sur de Europa es de un país civilizado, avanzado, culto, igualitario sexualmente, hay tantos resquicios para los malvados, que se sirven de la gente con las mismas artes que en todos los sitios.
En la novela se dirimen cuestiones como la cegadez fervorosa de los creyentes, que no son capaces de ver a los predicadores como personas, sino como enviados de dios. Se dirimen los abusos de menores de la iglesia, de los que se lleva hablando tanto los últimos años. La evasión de impuestos al calor de la impunidad de la que gozan ciertas organizaciones religiosas.
En ese sintido, la novela va más allá de la simple trama policiaca. Pero poco más. Es una historieta. Bien escrita, sin alardes retóricos, efectista. Funciona bien. Asa Larsson pare estar de acuerdo con la clasificación de sus novelas, en una entrevista dice que las novelas policiacas ordenan el mundo, los buenos ganan y los malos pierden, la maldad queda al descubierto. A lo mejor ese es el quid de la cuestión.
A mí me divierte, pero no me apasiona. Me dejo llevar y al resolver los casos entro de lleno en el libro y necesito terminar cuanto antes, pero luego me apetece leer otra cosa. Necesito más complicaciones. Creo.
Sus novelas están clasificadas dentro del género de "novela negra". Tienen todos los ingredientes del género. Aurora boreal es la primera de ellas. Ya aparece la abogada entregada a salvar al mundo de malhechores de guante blanco. Acción, intriga, buenas descripciones y una trama interesante. El asesinato de un pastor de un pueblo del norte de Suecia da pie a una investigación oficial (la hermana del asesinado es acusada y encarcelada por el fiscal) y a una parelela, oficiosa, llevada a cabo por una abogada que mantuvo una relación muy estrecha con todo la congregación religiosa a la que pertenece Viktor, el hombre que vio el cielo y volvió a la tierra. Con ese leiv-motiv, Rebecka inicia una investigación para aclarar de verdad los hechos y desenmarcarar una casi secta que se aprovecha de los creyentes para almacenar riquezas al amparo de una congregación que oculta maldades jerárquicamente. Esto es, según se va ascendiendo en el escalofón de la congregación, mayores son los pecados de sus feligreses.
Llama la atención que en Suecia, cuya imagen en el sur de Europa es de un país civilizado, avanzado, culto, igualitario sexualmente, hay tantos resquicios para los malvados, que se sirven de la gente con las mismas artes que en todos los sitios.
En la novela se dirimen cuestiones como la cegadez fervorosa de los creyentes, que no son capaces de ver a los predicadores como personas, sino como enviados de dios. Se dirimen los abusos de menores de la iglesia, de los que se lleva hablando tanto los últimos años. La evasión de impuestos al calor de la impunidad de la que gozan ciertas organizaciones religiosas.
En ese sintido, la novela va más allá de la simple trama policiaca. Pero poco más. Es una historieta. Bien escrita, sin alardes retóricos, efectista. Funciona bien. Asa Larsson pare estar de acuerdo con la clasificación de sus novelas, en una entrevista dice que las novelas policiacas ordenan el mundo, los buenos ganan y los malos pierden, la maldad queda al descubierto. A lo mejor ese es el quid de la cuestión.
A mí me divierte, pero no me apasiona. Me dejo llevar y al resolver los casos entro de lleno en el libro y necesito terminar cuanto antes, pero luego me apetece leer otra cosa. Necesito más complicaciones. Creo.
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